domingo, 21 de junio de 2009

Psicofonías.

Pensar en ti es como revivir un suceso trágico, como caminar solo en un bosque sin dirección y sin saber a donde mientras empieza a oscurecer. Esa sensación de metamorfosis en la que uno empieza a transformarse en fantasma y el lugar al que se pertenece no se vuelve sino un hueco en el suelo. Porque eres tú quien vive y yo el que desaparece poco a poco. Y sentir ese miedo cercano al terror cuando estoy solo en la casa y se escuchan ruidos que vienen de la oscuridad... y además el temor cuando siento como si alguien me estuviera viendo desde la ventana, cada noche, eso es pensar en ti. Se siente como si los espiritus malignos que deambulan cada noche en el patio, esperaran afuera por mí. Recuerdos demoníacos, eso son. Y todo es tan borroso cuando quiero ver más allá, pero tan nítido cuando trato de evadir la realidad. Es como si el mítico destino opusiera resistencia a todo lo que hago, o ¿es acaso que soy yo quien va siempre contra corriente y altero la armonía del espacio que ocupo? Aun no sé que caso tiene recordar tragedias y revivir dramas. El afán de poseer un corazón coleccionista de espinas, clavos, agujas y cualquier elemento punzocortante no es nada sano. Tanto dolor para sentirse vivo empieza a parecer ridículo. No es como si se disfrutara, puesto que eso sería masoquismo nada más. Esto es más como hacerse la víctima y sufrir de a gratis. Esas no son más que chingaderas. Pero cambiar es difícil. Tú intentaste cambiarme alguna vez y no lo conseguiste. Lo que cambió fue tu sentir hacia mí... nada más. Y todo aquello fue como una obra inconclusa. Tanto tiempo para no llegar a ningún lado. Me hiciste descubrir los ataques de pánico, malditas crisis de ansiedad. Terminar tirado en el suelo en medio de tanta desesperación y confusión es algo muy pesado. Pero el sufrimiento que importaba siempre era el tuyo. Celebrar que te fueras con otro fue puro sarcasmo. No es odio, pero si pudiera lastimarte de alguna manera lo haría sin pensarlo. Todo es tan triste cuando me doy cuenta de que no podré volver a ver el amor como la cura de todos los males. No es como en las películas. Ni siquiera es tan especial. Los te amo han quedado vetados de mi boca. Pero seguiré caminando por ahí, arrastrando mi cadáver. Buscando el lugar ideal para enterrarlo y prenderle una veladora. No tengo miedo, pero sé que duermes bajo mi cama. Ojalá despiertes algún día y te marches.



1 comentario:

Amelie dijo...

los recuerdos sólo son demonios... ellos forman nuestros pequeños paraísos personales, o infiernos...
mira el lado positivo: nunca duermes sólo. anímate, hay que confiar ;)