miércoles, 14 de diciembre de 2011

Viaje accidental al pasado

(14-12-2011)

Tuve un sueño muy intenso, creo que tengo que escribir esto. Tomé conciencia de lo que hacía en casa de mi abuela Alicia, las cosas eran como antes, cómo después del estudio un sábado por la noche. La familia, mis primas, mis tías, mis abuelas. De pronto, me di cuenta que estaba en el pasado. Le pregunté a mi hermana Sara: “¿en qué año estamos?”. Me dijo: “99”. Le respondí: “estoy en el pasado, en el presente es diciembre del 2011”. Ni siquiera se sorprendió, tan solo me preguntó si tenía noción sobre en cuanto se había incrementado el precio de una crema que ella tenía en las manos en ese momento. Reaccioné: “Si estoy en el pasado, puedo hablar de nuevo con mis abuelas”. Había mucha gente, salí al patio. Eché un vistazo, estaba oscuro. El cielo nublado, el árbol de guaya, los cuartos del fondo. Regresé adentro, vi a mi bisabuela Isabel. La saludé, hablé un rato con ella. La abracé y corrí a buscar a mi abuela Alicia. Estaba en su habitación, había más gente. Era como si estuviera enferma y tuviera muchas visitas. Pasé entre la gente sin rostro y abracé a mi abuela muy fuerte. No pude decirle gran cosa porque me puse a llorar. Ella también lo hacía, como reflejo de mi acción. Fue muy fuerte volver a verla. Quisiera recordar sus palabras, pero simplemente no puedo. Después de eso, fue como si tuviéramos que volver a casa. Y pasar por todas las calles, como eran antes. Las fachadas de antes. De pronto estaba solo de nuevo, intentando encontrar mi camino a casa. Las cosas se complicaron cuando me di cuenta que la arquitectura de mi sueño estaba mal trazada y algunas cosas no concordaban con la realidad. Caminé mucho. Me perdí. Recordaba la ubicación de algún negocio, pero notaba que no era igual que en ese tiempo. Al notar eso, automáticamente aparecía otro local idéntico al que me imaginaba a un lado del otro. Como si tuviera la capacidad de cambiar a voluntad la estructura de mi sueño. Corrí porque temblaba, creo que estaba a punto de despertar. Al correr por la calle principal, noté al fondo de las avenidas mucha destrucción. No supe porqué. Al acercarme más a mi casa, noté barricadas en la calle. Habían soldados frente a mí. Al cruzar por una avenida, soldados con impermeables me dispararon y corrí a resguardarme. Crucé por varios obstáculos. Recuerdo haber llevado ropa militar también y gritarle a los que estaban frente a mí: “¡Soy de aquí!” para que no me dispararan. Estaba congelado, literalmente lleno de escarcha. Y en la mano llevaba unas monedas. Uno de los soldados se acercó a mí, me dijo algunas cosas. Y de pronto me estaba dando una especie de clave. Era un número grabado en la suela de su bota. Finalmente resultó ser una secuencia de números. Pues los números grabados cambiaban de repente. A la vuelta de la esquina estaba mi casa. Empecé a caminar de nuevo, estaba amaneciendo. Antes de llegar desperté.


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